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No hace falta que te cuente la mística que tiene el fuego. Lo habrás vivido en tu adolescencia cuando en la playa hacías fogatas con amigos y cantabas al son de una guitarra, o quizás en la montaña, mirando a través de la ventana mientras veías caer la nieve.
El fuego siempre nos atrapa en un sueño hipnótico, en dónde el tiempo y el espacio se detiene cuando nos sumergimos contemplando su magia.
Pero, aparte de darnos esos placeres internos, el fuego también fue el iniciador de la cocción de nuestros alimentos y el que nos dio calor en los helados inviernos. Quizás por esos usos ancestrales, lo sentimos como un gran compañero en momentos especiales de nuestra vida.
Te preguntarás a estas alturas, quien fue el que “inventó” la estufa a leña que hace que ese mismo fuego sea más eficiente cuando de calor se trata.
Te sorprenderá saber que el que lo hizo fue Benjamín Franklin en 1742.
A parte de deberle muchos otros grandes inventos a este buen señor, también ideó el primer sistema de calefacción moderna en el cual se podía regular y controlar la combustión, mejorando la eficiencia, extrayendo el humo del hogar. Y esto no es menor, dado que por aquel entonces, se utilizaba materiales contaminantes como el petróleo o carbón mineral.
En la época de Franklin, las colonias de Norte América pasaban esos fríos extremos invernales de Pensilvania llenando los grandes hogares de chimeneas con leña de nogal y troncos de arce. Pero solo unas pocas décadas después de la fundación de aquella ciudad, los bosques de Filadelfia estaban desapareciendo, forzando a sus habitantes a viajar hasta 161 kilómetros para encontrar combustible. Esto no era una tarea fácil con un caballo y un pequeño carro.
Fue entonces que Franklin, empezó a pensar cómo resolver esta crisis energética.
Dado que las chimeneas eran ineficaces y consumían mucho combustible, ya que la mayor parte del calor subía por la chimenea y no calentaba el lugar donde estaban las personas, se le ocurrió “encerrar el fuego” en una caja de hierro fundido.
Esta genial idea permitió que calentara toda la habitación simplemente ubicando esa caja en el medio de la misma, de forma tal que la estufa irradiara calor a los cuatro lados. Gracias a esto, los usuarios pudieron controlar la velocidad a la que se quemaba la madera ajustando el flujo de aire de la estufa. Además, eran más seguras eliminando el riesgo de incendios por chispas extraviadas.
El diseño original de Franklin y de su estufa a leña es ahora lo que llamamos la “salamandra”, ya que se creía en esos tiempos que este bichito simpático podía vivir en el fuego.
Desde entonces, generaciones posteriores fueron innovando sobre la tradicional estufa de “caja de fundición” que se eleva del suelo mediante unas patas, a lo que hoy está en el mercado que denominamos estufas o calefactores a leña.
Los que buscan la posibilidad de instalar una estufa a leña en el centro de un ambiente o en una división, se ofrecen modelos de doble frente, otros con vista en las 4 caras, y algunos modelos colgantes abiertos.
Los modelos de doble frente tienen su versión de 4 caras, con puertas en frente y parte trasera y paños fijos de cristal vitrocerámico en los laterales.
También hay algunos que van colgados del techo y permiten ver el fuego de varios ángulos. En algunos se pueden girar el frente 360° para lograr una mejor visión y otros modelos tienen fogón y campana.
En los colgantes abiertos, el rendimiento baja mucho ya que necesitan un tiraje mayor para que el humo no quede en el ambiente, con mayor tiraje y la mayor parte del calor generado, sale por la chimenea.
En estos tipos de estufas se gana vista y calidez en el ambiente pero se pierde rendimiento, es por eso que se instalan en un lugar con algún otro tipo de calefacción.
Hay otros modelos que van empotrados. Pueden ser revestirlos con una caja de mampostería o cualquier otro material que resista al calor y dejar a la vista el conducto de tiraje en el ambiente o revestirlo también para que no se vea.
Las propuestas con puertas, son de alto rendimiento, bajo consumo con doble combustión, totalmente seguros en cuanto a humo y chispas en el ambiente.
Tienen muchas ventajas comparado con otros abiertos sin puertas, ya que el consumo es muy inferior y la duración de la carga de leña es mayor. Otra ventaja es que no hay posibilidad de que los troncos salgan fuera del equipo y provoquen un incendio o contaminación en el ambiente.
Nosotros, que entendemos de fuego, te recomendamos estos tipos de salamandras para que los tengas en cuenta.
Si te gustan las estufas a leña embudas, pincha este link y elegí la tuya.
https://grillwest.com.ar/collections/hogar-embutible
Si por el contrario, preferís una típica salamandra que puedas ubicar en cualquier parte sin embutir, fíjate en estos modelos.
https://grillwest.com.ar/collections/salamandra-no-embutible
Cualquiera de las dos opciones son muy buenas, y van a poder darte no solo una calefacción eficiente, sino eso que todos buscamos… “el calorcito de hogar” que nos convoca a pasar momentos inolvidables.
Porque queremos que en estos últimos fríos lo pases con la mejor compañía, te damos estas recomendaciones.
Somos GRILL WEST… te esperamos en cualquiera de nuestros puntos de venta para darte el mejor asesoramiento en estufas o calefactores a leña.
Si te gustó este artículo, te leemos en los comentarios.
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